Semblanza a una Camarera de la Virgen
Con enorme pesar, nos hacíamos eco ayer del triste fallecimiento de nuestra hermana, Dª. María del Carmen Arteaga Durán, Camarera Perpetua de Nuestra Señora de la Amargura. A sus setenta y tres años, ha iniciado su éxodo de este mundo, dejándonos un enorme vacío a todos su familiares, amigos y hermanos en Cristo de su Hermandad de la Amargura, a la que ha dedicado años de servicio y atención desmedida.
Aprovechamos esta nota para agradecer, en nombre de la Junta de Gobierno y Camareras, a todas las Hermandades y asociaciones que han presentado sus condolencias y compartido con nosotros estos duros momentos.
Dejamos aquí la semblanza dedicada a una gran persona. Que Dios la tenga en su gloria y pueda hacerse partícipe de las maravillas de la vida eterna.
Querida Mari Carmen:
Querida hermana nuestra. Nos has dejado solos. La Santísima Virgen, tu Virgen de la Amargura, ha querido llamarte para que pronto veas la Luz perpetua del Rey de los Cielos. Has sido tan buena con Ella aquí, en la Tierra, que no podía esperar para tenerte consigo y que le sirvieras en la Gloria.
Procedente de una buena familia cristiana con tus padres y tus hermanos, formaste la tuya junto a tu querido esposo Ramón y a tus hijas Meme y Cristina. La ampliaste con tus hijos políticos, tus pequeños nietos y con todos tus sobrinos que tanto te han amado. Tu legado es tan grande que se extiende a toda tu familia y a tus amigos y conocidos. Rogamos a Dios para que en el Cielo te reciban quienes te antecedieron en este camino para que disfrutéis juntos de la Luz incesante del Padre.
Y junto a tu familia de sangre, Dios te puso otra familia, la de tu Hermandad de la Amargura. Bienhechora, entregada, voluntaria, alegre, trabajadora, luchadora y, sobre todo, piadosa. No podríamos recoger en esta carta todos los adjetivos que mereces. Has sido maestra de Camareras de la Virgen, temple cuando nos ha hecho falta, generosidad con los nuevos hermanos y, en definitiva, has sido la experiencia y la sabiduría que debe ser espejo para todos. Te echaremos de menos cuando nos pongamos delante de la Bienaventurada Virgen para retocarle el rostrillo, cuando la ofrezcamos en besamanos, cuando entremos en la Capilla y no sintamos tu nervio. Te extrañaremos mucho pero tenemos el inmenso poso que nos has dejado para recordarte cada día. Eres la referencia de los que estamos y el ejemplo de los que llegarán. Han sido casi cincuenta años los que has vivido en la Hermandad. Tu mejor corona es la de ser Camarera Perpetua de Nuestra Señora de la Amargura. Ahora, si Dios quiere, te quedará toda la eternidad para admirar la Belleza auténtica del rostro de tu querida Virgen.
Mari Carmen, tu corazón grande deja la herida de la soledad a quienes disfrutamos de ti pero ofrece el consuelo de saber que nos quisiste y te quisimos todos con la mima amplitud que nos ofrecía tu sonrisa.
Siempre estuviste inmensa con nosotros por eso nuestra más valioso regalo es ofrecerte el Sacrificio de la Santa Misa y rezar por tu alma para que seas colocada en el lugar de la Paz y la Luz en compañía de los santos; para que el Señor sea misericordioso contigo y observe tus méritos; para que se cumpla la oración de San Buenaventura: “Bienaventurados los devotos de la Santísima Virgen, porque tendrán sus nombres escritos en el libro de la Vida Eterna”. Por eso, Señora y Reina, te pedimos que sean tus manos las que ayuden a tu querida hija Mari Carmen a alcanzar las puertas del Paraíso.
Descansa en paz, Mari Carmen.