Fallece D. Luis Álvarez Duarte, autor de Nuestra Señora de la Amargura
La Hermandad quisiera transmitir sus condolencias a todos los familiares, seres queridos y cofrades.
En el día de hoy nos llega a la Hermandad la noticia del fallecimiento de Luis Álvarez Duarte, imaginero, autor de la venerada imagen de Nuestra Señora de la Amargura y Hermano Honorario de la Corporación.
A sus setenta años, es más que conocida la dilatada trayectoria profesional del escultor sevillano. Desde que comenzase a sus doce años, sus obras han llegado a lugares de todo el mundo. Todas ellas se cuentan por más de mil, con las que ha logrado hacerse con una impronta personal y revolucionar la imaginería sacra.
Álvarez Duarte, discípulo de Buiza y miembro de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, inicia la imagen de Nuestra Señora de la Amargura en 1963, terminándola al año siguiente con tan solo trece años. No obstante, cuando la Hermandad adquiere la talla en 1975, desconoce su autoría. No es hasta años más tarde cuando se descubre, tras una pintura de fachada, la firma del imaginero sevillano en la espalda de la Dolorosa. Desde ese momento, la Hermandad ha mantenido siempre unos lazos afectuosos con Duarte.
Siempre se ha presentado dispuesto para colaborar con la Hermandad de su “Niña” –como llamaba cariñosamente a Nuestra Señora de la Amargura-. Tal es así, que la Corporación cuenta dentro de su patrimonio material y artístico con tres obras pictóricas del artista sevillano. En 1997, con motivo del Cincuentenario de la Reorganización de la Hermandad, diseña el que sería el cartel conmemorativo de la efeméride. Ese mismo año, nos deleitaría con una pieza en carboncillo del rostro de la Virgen, que serviría como cartel para la Salida Extraordinaria del 26 de julio. Finalmente, sería en 2013 cuando la Hermandad incorporase su tercera y última obra con motivo del Quincuagésimo Aniversario de la Hechura de la Virgen de la Amargura, presentándolo él mismo en la iglesia de San Juan de Dios, ante las plantas de su Dolorosa, en el acto de apertura del año extraordinario. Sería la última vez que estuviese frente a frente con aquella imagen que esculpiera en la trastienda de la calle Feria de la capital.
Han sido pocas las veces que Duarte ha podido estar ante la talla, ya que debido al buen estado de conservación que ha venido presentando a lo largo del tiempo, tan solo ha tenido que reponerle unas lágrimas y someterla a una leve limpieza que se llevaría a cabo en los primeros años del nuevo siglo.
No solo por su valía profesional y por ser un embajador de la imaginería sevillana, sino por su ser más humano y por su nobleza más sincera, la Hermandad, reunida en Cabildo General de Hermanos el 3 de noviembre de 2012, decide rendirle un merecido homenaje a Luis Álvarez Duarte, nombrándolo Hermano Honorario de la Hermandad.
La Hermandad de la Amargura siempre estará en deuda con el “Niño imaginero”. Duarte nos ha dejado el mejor de los regalos que pudiera hacernos. En Nuestra Señora de la Amargura encontramos la belleza de María y, a la vez, el refugio de una Madre. Nuestra Señora de la Amargura es el cauce por el que muchos en Constantina logran hallar el consuelo, aliviar sus penas y también por el que dar gracias a la Santísima Virgen por todo lo bueno que nos regala cada día. Es en esta Virgen Niña donde muchos ven el mejor de los refugios.
Gracias a Duarte, la Hermandad cuenta en su seno con una de las tallas de mayor valor artístico de la comarca y en ella, su gente alberga su devoción a la Virgen y el fervor desmedido que desde esta casa se le profesa. Gracias a su obra, la Semana Santa de nuestro pueblo implementó su valor patrimonial ya consolidado de antaño. Gracias a él, muchos tienen la oportunidad de acercarse un poco más a la Virgen.
Es ahora la Hermandad, la que, por mediación de Nuestra Señora de la Amargura, eleva sus oraciones por el eterno descanso de su alma. Que, con la misericordia de Dios, y por intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, logre gozar del descanso eterno.
Descansa en paz, y benditas fueron tus manos, hermano.
